viernes, 20 de noviembre de 2009

RECUERDOS DE NAVIDAD

El hombre no es más, que un montón de acumulados recuerdos y la navidad es la época que mejor hace reflotar todos esos recuerdos. Por ejemplo recuerdan ustedes los olores, los sabores, las imágenes de nuestra infancia. Navidad es la época para recordar ese saborcito de la comida casera, además de todas las increíbles tradiciones que la navidad encierra. En mi caso, ya subiendo la escalera pa´viejo, recuerdo claramente cómo era la noche del 24 de diciembre “la nochebuena”, era estrenar ropa nueva comprada en algún comercio de la Duarte o a mucho de la Avenida Mella en la Capital. Ya a las ocho de la noche salíamos, junto con todos los niños del barrio, a desfilar con nuestra indumentaria de primer uso y todo “Made in Taiwan” rumbo al parque de Los Llanos, porque para esos años todavía no éramos asiduos contertulios a la prángana y la bebentina.


La noche del 24 era una “nochebuena” la mejor de todo el año, mi mamá cocinaba la cena navideña, generalmente unos pollitos horneados, casi siempre un puerquito asado, ya que no gustábamos del pavo, y además preparaba en su olla más grande un viaje de espaquetti y ensalada de papa, muchas frituras (empanadas de yuca, trigo etc. ) y las tradicionales frutas navideñas o sea manzanas, peras y uvas, ahhh y los coquitos, avellanas, almendras y dulcitos navideños por supuesto de los mas baraticos. Honestamente, esperábamos más con ansias que con hambre, que llegara la hora de la cena, que esa noche nos matábamos toda el hambre atrasada, luego pa la calle a tira tumba gobierno, pata de gallinas, torpedos, bucapie, y las bazucas inventadas con jarros de jugos de pera victorina… que noche.

Previo ya al inicio de la navidad, empezaban los sonidos esporádicos de torpedos, y a medida que entraba diciembre ya esa vaina era insoportable. Estos fuegos artificiales eran el preludio de que la Navidad había llegado. Ahh otro dato del día 24 “nochebuena” eran los platos de los vecinos, se armaba un corre-corre preparando y recibiendo platos, para complacer al vecino que en algunas ocasiones vivía lejísimo pues ya se había mudado. Lo curioso de este intercambio era que todos los platos tantos los que llegaban como los que enviaba mi mamá tenían las mismas cosas, entonces me preguntaba cual era la vaina de mandar la misma comida que ellos nos mandaban, pero así era la costumbre y ya.

No faltaba en el pueblo la turba de carajito locos de un jumo de vino, al que le decían romo, pero que en realidad era un jugo de manzana verdes, de jagua o de cualquier otra fruta pariente espirituoso de este pero bastante lejano.

Otra cosa de las que recuerdo, es que después de haber cenado, entonces previo al parque pasaba a buscar a los tigueres del coro, para ir juntos y en el camino comíamos de todas las casas.



Al final, ya con la dichosa panza casi repleta, terminábamos en la calle tratando de flirtear a cuanta carajita nos pasaba por el lado.

Eso sí, jamás he podido olvidar las navidades que pase en mi pueblo San José de Los Llanos, cuando apenas era un niño soñando con ser un hombre. Mientras nos preparábamos para dejar bajo la cama las mentas, los cigarrillos y la yerbita que eran de rigor para los Reyes Magos… pero esa es otra historia.

¿Y a ti que recuerdos te traen las navidades?

Nolberto Sabino